dijous, 27 d’octubre del 2011

La merda ens ofega.

Ixc de casa de bon matí, em pose els auriculars i comence a caminar, plou, no duc paraigües i les gotes d’aigua juntament amb el vent fred em colpejen la cara i els braços; genial per pensar amb claredat. I com que no tinc res més important en què pensar penso en la gent, en tota la gent, en la situació actual en que es troba aquell home del bastó de la vorera d’enfront o la xica que creua el pas de zebra corrents perque s’ha posat el semàfor vermell i no vol mullar-se. Els meus pensaments es resumeixen en una paraula: Merda.
                Pot semblar lletja, de mal gust i fins i tot indignant pel vocabulari vulgar, i per aixó mateix és perfecta, per què la situación es lletja, de mal gust i indignant per la seua vulgaritat, perque no es té respecte per res ni per ningú. Podria dividir-se la societat en dos: la dels rics i la dels pobres. Uns miren per la seua butjaca i els altres…també, clar, està buida i no hi ha manera de plenar-la. La sol·lució està en la política? Bé, “sol·lució”, perque només sol·lucionen als rics (que problema tampoc en tenien) i a ells mateix (que encara tenen menys); però la política es torna a dividir en dos PP i PSOE (els demés no existeixen, són els pares, no ho conteu als nens petits), i s’acosten eleccions… Oh,vaig a veure a qui votaré, si a un o a l’altre, ja ho sé, al que més mentides em diga, vaig a escoltar els candidats per la televisió censora, o els diaris manipulats, eixos mitjans de comunicació que manipulen, posen i lleven com els ve en gana, que m’ajuden a aclarar-me les idees. Aixó sí, no em pregunteu massa sobre perquè les tinc que com tenia feina i altres coses més importants en les que pensar he votat com el meu vei que ha votat com la seua amiga que ha votat com el seu germà… Deprés ja em queixaré mentre esmorze al bar (o al “brincalet”, si no ho puc pagar).
Sincerament, si la gent es comporta com a idiotes no m’extranya que acaben sent tractats com a tals, si no es paren a pensar, si no saben fer-ho, i no dediquen deu minuts a obrir els ulls sense que hi haja un aparador amb maniquís i roba cara que no poden comprar, i mirar la seua realitat, el seu futur i el futur de les noves generacions no entenc perquè després tenen la poca vergonya de queixar-se, cadascú té el que es mereix, si la gen tés idiota acaba sent tractada com a tal per quatre aprofitats. Però encara és de ser més idiota donar-los poder per que ho seguixquen fent…ratlla la subnormalitat.
Sé, estimat lector, que possiblement estaràs pensant que sóc una maleducada, però aquesta vegada he decidit no adornar les paraules, i així i tot no te he faltat al respecte ni la meitat que els individus que he nomenat abans, així que si algú s’ha de sentir ofés per açó que s’ho faci mirar, que la merda ens ofega.









Salgo de casa de madrugada, me coloco los auriculares y empiezo a andar, llueve, no llevo paraguas y las gotas de agua junto con el viento frío me golpean la cara y los brazos; genial para pensar con claridad. Y como no tengo nada más importante en qué pensar pienso en la gente, en toda la gente, en la situación actual en que se encuentra aquel hombre del bastón de la acera de enfrente o la chica que cruza el paso de zebra corriendo porque se ha puesto el semáforo en rojo  i no quiere mojarse. Mis pensamientos se resumen en una palabra: Mierda.
Puede parecer fea, de mal gusto y hasta indignante por el vocabulario vulgar, y por eso mismo es perfecta, porque la situación es fea, de mal gusto e indignante por su vulgaridad, porque no se tiene respeto por nada ni por nadie. Podría dividirse la sociedad en dos: la de los ricos y la de los pobres. Unos miran por su bolsillo y los otros…también, claro, está vacío y no hay manera de llenarlo. ¿La solución está en la política? Bueno, “solución”, porque únicamente solucionan a los ricos (que problema no tienen) i a ellos mismos (que aun tienen menos); pero la política se vuelve a dividir en dos: PP i PSOE (los demás no existen, son los padres, no lo contéis a los niños pequeños), y se acercan elecciones… Oh, voy a ver a quien voto, si a uno o al otro, ya sé, al que más mentiras me diga, voy a escuchar a los candidatos por la televisión censora, o los diarios manipulados, esos medios de comunicación que manipulan, quitan y ponen como les da la gana, que me ayuden a  aclararme las ideas. Eso sí, no me preguntéis demasiado sobre porqué las tengo que como tenía trabajo i otras cosas más importantes en las que pensar he votado como el vecino que ha votado como su amiga que ha votado como su hermano… Luego ya me quejaré mientras almuerzo en el bar (o en el umbral de la puerta si no lo puedo pagar).
Sinceramente, si la gente se comporta como idiotas no me extraña que acaben siendo tratados como tales, si no se paran a pensar, si no saben hacerlo y no dedican diez minutos a abrir los ojos sin que haya un escaparate con maniquíes y ropa cara que no pueden comprar, y mirar su realidad, su futuro y el futuro de las nuevas generaciones no entiendo porqué luego tienen la poca vergüenza de quejarse, cada uno tiene lo que se merece, si la gente acaba siendo tratada como tal por cuatro aprovechados. Pero aun es de ser más idiota darles poder para que lo sigan haciendo…ralla la subnormalidad.
Sé, estimado lector, que posiblemente estarás pensando que soy una maleducada, pero esta vez he decidido no adornar las palabras, y aun así no te he faltado al respeto ni la mitad que los individuos que he nombrado antes, así que si alguien debe sentirse ofendido por esto que se lo haga mirar, que la mierda nos hunde.

dilluns, 12 de setembre del 2011

El sonido del silencio.

Eran las 6 de la mañana de un 17 de Abril cuando el despertador sonó, pero él ya llevaba unos minutos despierto, pues había esperado aquel día ansiosamente y aunque fuese increíble, había llegado, al fin. Estiró el brazo, lo apagó y se quedó un instante pensando en la soledad que siempre llenaba aquella casa…o mejor dicho, aquel pequeño taller de escultura con un colchón en el suelo que le permitía dormir mal que bien. Decidió por fin levantarse, para ello apartó el brazo desnudo de la mujer que había a su lado sumida en un profundo sueño y ajena a todo lo demás. Se vistió rápidamente con unos vaqueros viejos, unas zapatillas desgastadas y un abrigo tan roído que era incapaz de hacer su función, bebió un sorbo de café hecho dos días antes, cogió un par de galletas ya blandas y se apresuró a salir a la calle, sabía cuál era su destino pero salió en dirección contraria y se dirigió a un bloque de edificios viejos de su mismo barrio, silbó y una mujer joven asomó la cabeza por la ventana del segundo piso, en seguida desapareció de la ventana y en poco minutos apareció de nuevo por la puerta con un abrigo largo de lana negro mientras se sacaba la larga melena de debajo del pañuelo del cuello y se arreglaba la boina. Ambos se sumieron en un fuerte abrazo, se cogieron de la mano y se dirigieron a la plaza donde él haría su exposición de escultura, otra tras un montón de ellas, pero está vez iba a ser especial, iba a tener éxito y él estaba seguro, pues sería al aire libre, a la vista de todos, jugando con la luz del sol que provocaría que la visión de sus esculturas fuese cambiante a lo largo del día. No podía fallar.
Cuando hubieron llegado al sitio en cuestión ya había allí personal de seguridad y críticos de arte, además de algunos curiosos madrugadores. Poco a poco empezó a acudir gente con los primeros rayos del sol, y conforme éste fue aumentando su brillo una pequeña muchedumbre se congregó en torno la exposición, pero seguían acudiendo más y más personas cuando, de repente, el sol se apagó, y ocuparon su lugar unas preciosas nubes negras que decidieron descargar todo su agua encima de sus obras. Ya no había nadie, todos habían corrido a refugiarse de la lluvia. El mundo se le cayó encima al ver esto, pero no lloró, solamente contempló, ella lo cogió por la cintura y lo arrastró fuera de allí, su pelo chorreaba y sus ropas también. Y allá se encontraba él solo, en medio de la calle y de una terrible tormenta que había arrasado con sus sueños camino de su casa… Y una vez ella lo dejó allí le dio un beso y se marchó hacia la suya, despacio y en silencio, como todo aquel día. Pues le resultó extrañó que él no hubiese entonado ninguna canción, que no le hubiese puesto “banda sonora a su vida” como siempre decía, pero lo cierto era que, en aquel momento, no había nada más adecuado que el sonido del silencio.

dilluns, 8 d’agost del 2011

Señora del Infierno.


Una vez más su acentuado sonambulismo le había jugado una mala pasada, pero, por suerte o por desgracia esta vez sería la última.
Salió de casa inconscientemente, vestida solamente con el camisón de seda blanca de manga larga que le llegaba hasta los pies dándole una apariencia fantasmagórica.
Llegó a la playa y estuvo largo rato deambulando por la orilla mientras su larga y rizada melena ondeaba al compás del viento y se confundía con la noche.
Se estremeció de pies a cabeza, pero dado que estaba profundamente dormida a penas lo percibió, y con la mirada perdida en el horizonte imperceptible se sentó en la arena abrazando sus rodillas, dejando que las olas mojasen sus pies.
Otra vez se estremeció, volvió a no ser consciente de ello, aunque esta vez la sensación fue mucho más fuerte, pero la joven permaneció inmóvil frente al mar, ajena a todo lo que la rodeaba, incluida una extraña figura alargada y delgada que la observaba desde lejos.
Poco a poco la oscura figura se fue acercando a ella y una vez se hubo situado justo detrás, con un suave gesto la levantó de la orilla. La joven seguía dormida. Y la condujo hacia el agua, penetrando en ella hasta que ésta les cubrió las rodillas, entonces se acercaron lentamente hacia un rompeolas que había no demasiado lejos. Pero cuando se encontraban a medio camino se detuvieron y entonces la figura extraña se detuvo, y con ella la joven, la rodeó con sus finos brazos, con fuerza, y sin dejar de lado la delicadeza que mostraba en cada gesto le arañó la espalda, rasgando así sus vestiduras, mientras suspiraba junto a su cuello, aspirando su olor y murmurando ininteligibles palabras en un idioma desconocido. Los ojos casi amarillos de aquel ser brillaron con intensidad, se acercaron aun más al rompeolas hasta llegar a la entrada de una cueva que había entre las rocas, allí el oscuro ser repitió los mismos gestos, haciendo sangrar la espalda y los brazos de la joven. El camisón cedió a sus uñas desgarrándose desde el cuello hasta el codo, para luego dejar un pecho de ella al descubierto, el ser mordió su hombro y la sangre empezó a brotar, ante esto la mujer recobró el sentido casi por completo, pues había despertado pero se encontraba en una especie de trance el cual le impedía reaccionar. El viento sopló removiendo así las telas, la túnica negra del individuo se abrió y se desplegó por lo que la joven mujer consiguió adivinar gracias a la luz de la luna el cuerpo casi perfecto, delgado y blanco como un cadáver de una mujer, hermoso a la vez que tenebroso, y cuando la capucha hubo sucumbido al viento de la noche dejó al descubierto el rostro más hermoso que pudo haber imaginado, pálido, casi enfermizo que contrastaba con el rojo intenso de sus carnosos labios, rojos como su larga melena que también ondeaba al viento. La joven quedó fascinada, pero a pesar de su belleza aquella otra mujer era un ser diabólico, y quedó marcada en su cara una mueca de auténtico terror.
A la otra mujer pareció no importare lo más  mínimo aquello, siguió susurrando extrañas palabras, la besó en los labios sutilmente y luego le mordió el cuello repetidas veces cada cual más fuerte hasta que consiguió perforar su piel. En ese preciso instante la joven consiguió despertar de su trance, la otra mujer separó la cara de ella dedicándole una sonrisa de satisfacción a la vez que un hilo de sangre caía desde la comisura de sus labios hasta su barbilla para luego gotear sobre su pecho descubierto. Con una fuerza sobrenatural hundió su mano en el pecho de la otra fémina y le arrancó con su mano el corazón, lo observó y su sonrisa se ensanchó. La joven, aun consciente, dejó salir un grito desgarrador de su garganta en el que, a su vez, se entremezclaron notas de una pasión desbordante. Pero esto solo fue durante un fugaz segundo, pues el cuerpo sangrante de la joven se desplomó y seguidamente fue conducido al interior de la cueva donde se encontraban cientos de personas que habían corrido la misma suerte.
Seguidamente, la mujer de los ojos amarillos deambuló por la orilla de la playa, yéndose a sentar mientras abrazaba sus rodillas con la mirada fija en un horizonte apenas perceptible.
Sus ojos se clavaron en un hombre, al que, una vez más, su acentuado sonambulismo le había jugado una mala pasada, pero, por suerte o por desgracia esta vez sería la última.

dissabte, 30 de juliol del 2011

Ella estava especialment guapa aquell dia, com sempre.

Com sempre agafá el seu abric negre de l’entrada, el barret de copa i sortí precipitadament de casa camí a aquella cafetería amb sofàs de cuir negre, llum taronja i música d’ambient dels Red Hot Chili Peppers  on sempre es trobava amb ella. Ella, com sempre havia arribat deu minuts abans de l’hora acordada, ell, cinc després. S’abraçaren. El dia era obscur i gris a causa dels grans núvols carregats d’aigua que plenaven el cel. Entraren. Van seure on sempre i el cambrer, sense preguntar, els portà el mateix de sempre.
Ella estava especialment guapa aquell dia, com sempre. El mirà profundament, bebé un glop de café i desvià la mirada al carrer mullat a través del gran finestral de la seva esquerra. Ell es mirà les mans. I van romandre en silenci una llarga estona entre mirades furtives d’infinita estima.
-T’haig de dir una cosa.- Va dir ell.
Ella es limità a mirar-lo als ulls , aixó l’incomodà i el feu baixar la mirada, a les mans, com sempre. Proseguí.
-Tinc núvia. Des de fa una semana.- Un mig somriure es va deixar veure entre els seus llavis, la mirada perduda entre els seus dits que denotava enyorança i un “ho sento” silenciós.
-Me n’alegre moltíssim per tú. Aixó és fantàstic.-Va contestar-li ella, i li mostrà un somriure radiant i sincer com ho eren els seus ulls que cridaven “NO”. Tornà a regnar el silenci. Ell va canviar de lloc i va seure al costat d’ella, la rodejà amb els braços. Ella es deixà fer, recolzà el cap sobre el seu muscle i acaricià amb la mà dreta la cama d’ell.
Ell l’abraçà amb més força, les cares quedaren juntes, quasi tocant-se, es miraren als ulls, ell dia “ho sento”, ella cridava “NO”. S’acostà no molt més a ell i li plantà un bes a la galta. Era el momento de dir-se adeu.
Fora, al carrer, el dia s’havia convertit en nit. S’abraçaren, com sempre, i anaren en direccions contràries, esperant tornar-se a veure i que alló es tornés a repetir. Com sempre.



ELLA ESTABA ESPECIALMENTE GUAPA AQUEL DÍA, COMO SIEMPRE.
Como siempre cogió su abrigo negro de la entrada, el sombrero de copa y salió apresuradamente de casa rumbo a aquella cafetería con sofás de cuero negro, luz anaranjada y música ambiente de los Red Hot Chili Peppers donde siempre se encontraba con ella. Ella, como siempre, había llegado diez minutos antes de la hora acordada, él, cinco después. Se abrazaron. El día era oscuro y gris a causa de las grandes nubes cargadas de agua que invadían el cielo. Entraron. Se sentaron donde siempre y el camarero sin preguntar les trajo lo mismo de siempre.
Ella estaba especialmente guapa aquel día, como siempre. Lo miró profundamente, bebió un trago de café y desvió la mirada a la calle mojada a través del gran ventanal de su izquierda. Él se miro las manos. Y permanecieron en silencio un largo rato entre miradas furtivas de infinito cariño.
-Te he de contar una cosa.-Dijo él. Ella se limitó a mirarlo a los ojos, eso lo incomodó y le hizo bajar la mirada, a sus manos, como siempre. Prosiguió.
-Tengo novia. Desde hace una semana.- Una media sonrisa se dejo ver entre sus labios, la mirada perdida entre sus dedos que denotaba añoranza y un “lo siento” silencioso.
-Me alegro muchísimo por ti. Eso es fantástico.- Le contestó ella, y le mostró una sonrisa radiante y sincera, tan sincera como lo eran sus ojos que gritaban “NO”. Volvió a reinar el silencio. Él cambió de sitio y se sentó a su lado, la rodeó con los brazos. Ella se dejó hacer, apoyó la cabeza sobre su hombro y acarició con la mano derecha la pierna de él.
Él la abrazó con más fuerza, las caras quedaron juntas, casi tocándose, se miraron a los ojos, él decía “lo siento”, ella gritaba “NO”. Se acercó no mucho más a él y le plantó un beso en la mejilla. Era el momento de decir adiós.
Fuera, en la calle, el día se había convertido en noche. Se abrazaron, como siempre, y partieron en direcciones contrarias, esperando volverse a ver y que aquello se volviese a repetir. Como siempre.

diumenge, 24 de juliol del 2011

Claro de Luna

Permítame usted, querido lector, que antes de empezar con lo que voy a contar me encargue también de crear su ambiente, para que así le sea más fácil percibir aquello que quiero expresar. Bien, pues, a la media noche, se encuentra esperando al sueño en un pequeño salón repleto de libros, sentado en un sillón mullido, junto al fuego. Se anuda la bata y enciende una pequeña lamparilla que proyecta una luz anaranjada. Afuera sopla el viento con fuerza, y no sabe muy bien de donde proviene esa melodía que rápidamente identifica como “Claro de Luna” de Beethoven, que le ayuda a enfrascarse plenamente en la lectura. Toma estos folios de la mesilla que tiene a la izquierda y se dispone a leer. Sin más demora, he aquí, pues, el inicio de la historia:
 Era grande, su casa, vivía en un palacete renacentista construido en piedra, roído ya por el tiempo, donde tan sólo unos meses atrás se celebraban fiestas y otros actos que lo hacían estar siempre lleno de gente, luz y vida, pero al igual que su habitante se había vuelto frío y apagado. Todo había quedado relegado al olvido. Ahora vivía sola y aquella noche las paredes se le venían encima. Decidió salir. ¿Que hacía frío?  No lo sentía. Y se adentró en la más absoluta oscuridad, tampoco había nada más. Solo se escuchaba el rasgar de su vestido azul de seda brillante sobre la hierba, alta, seca y descuidada, aquel vestido que solo se ponía en las fechas señaladas, no como aquel día, pero una corazonada la había inducido a vestírselo y ahora el corsé la asfixiaba, o eso creía ella, porque le habría costado respirar igual aún sin llevarlo. Era ajena a la realidad, sólo su cuerpo permanecía en este mundo, pues ni sentía el frío, ni la falta de aire, ni el dolor de los pies descalzos sobre la tierra. Caminaba despacio, sin detenerse, sin rumbo, como un alma errante. Pero este caso era diferente, carecía de alma, ya sólo era un cuerpo errante.
Poco a poco, sus ojos se fueron acostumbrando a la oscuridad y pudo distinguir a lo lejos un tenue reflejo, el de la luna sobre un lago. Cuando llegó, lo contempló, tranquilo y frío se extendía ante sus pies, y una bruma se elevaba de sus aguas creando un escenario de niebla, misterio, soledad y melancolía, pues ni siquiera el viento soplaba. 
Y subió a una tabla de madera que allí flotaba, con cuidado de no mojar sus telas; permaneció yacente en silencio, hermosa y frágil, con los dedos de ambas manos entrecruzados sobre su vientre, alumbrada débilmente por la luz de la luna, que resaltaba su nívea piel. Así, durante ¿quién sabe cuánto tiempo? tiempo...esa palabra ya no significaba nada para ella, así, esperándote... Hubiese querido llorar, reaccionar, pero ya no tenía fuerzas, sus emociones habían sido bloqueadas por una gruesa capa de hielo que ella no podría deshacer jamás. Sólo le quedaba el olvido, y allí habitaba.
Finalmente, una de sus pequeñas manos resbaló hasta hundirse en el agua, que salpicó uno de sus pies descalzos, y ladeó levemente la cabeza dejando al descubierto su largo y frágil cuello, provocando que un mechón de pelo rizado y rojizo llegara al agua, alisándose poco a poco. Y el frío decidió llevársela. Nadie la echó de menos pero la luna siguió iluminándola.
Hoy, allí sigue esperándote. No, no en el lago, ella te
espera en la luna, aún sabiendo que jamás llegarás a ir...Pero podrá iluminar tu camino.
A estas alturas se encuentra usted recostado en el sillón, rodeado por los brazos intangentes e invisibles de Morfeo. Permanece en el ambiente aquella melodía, que se atenúa  conforme se acercan sus notas finales. Los papeles resbalan de su mano y una ráfaga de viento que consigue colarse en la estancia los lleva hacia el fuego. Pero, ¿qué importa si ya nadie la recordará?